El Derecho y sus instituciones, otrora cómplices mudos de las aberraciones maquinadas por el poder, ahora ha tomado una dimensión nunca antes vista en nuestra patria, pues tradicionalmente la pugna se realizaba en las obscuridades de los pasillos del traspatio del poder. Me explico, en la familia revolucionaria existía una unidad y cohesión que gravitaba en forma inalterable alrededor del Presidente y sus protegidos, descendiendo las prerrogativas en forma piramidal hasta las bases. Prácticamente, no se movía ni la hoja de un árbol sin la voluntad del Señor. Siempre los escándalos se silenciaron. Siempre los problemas de sucesión, legalidad, constitucionalidad, aplicación e interpretación de normas fueron pensadas en la mente maestra de los héroes de la revolución institucional. Recordemos los aisladísimos casos de disidencia en el seno de la clase política mexicana: Tal vez el Madrazo de los setentas, o Díaz Ordaz, Corona del Rosal o las pugnas palaciegas a nivel de chisme de la época de López Portillo.
En todos éstos años de vida institucional del país, los medios masivos de comunicación fueron controlados, por lo que no desempeñaron un papel individual y responsable.
Sin embargo, todas estas bondades del sistema empezaron a resquebrajarse con el ilustre Miguel de la Madrid Hurtado, aunque para muchas personas imperceptibles, los cambios en la estructura del poder se estaban gestando.
Violando por primera vez en años el cúmulo de reglas no escritas de la sucesión presidencial, "inexplicablemente" se encumbra saltándose una generación de políticos el celebérrimo Carlos Salinas de Gortari, que a la par de su modelo económico de liberalismo social inyecta por primera vez en el pueblo de México la sensación de libertad y democracia "de las buenas", de las occidentales, hecho que a la postre, igual que a Porfirio Díaz con Creelman generó expectativas y reacciones del México bronco. Los acontecimientos se sucedieron unos a otros, convirtiendo a nuestro país en un campo de batalla ideológico, político, social y económico. Pero ahora a los que se sintieron traicionados por la madre revolución o por la madre institucionalidad, se volcaron contra el mismo sistema que les prometió y no le cumplió. Se multiplicaron los reformistas del "sistema decadente", Priistas resentidos, amanecían Panistas de toda la vida o Perredistas. Las voces se alzaron en todos los ámbitos y el control no llegó de donde se necesitaba.
Los Pinos, chispa motora de todas las voluntades políticas de país, enmudeció o no habló en los momentos precisos, algunos piensan que por tibieza, y otros por prudencia, pero la realidad es que los clamores se aglutinaron, y como lo sostengo, el control no fluyó relampagueante como siempre. Cuauhtémos Cárdenas, Camacho Solis, Rodríguez Pratts, López Obrador, Monreal, Muñoz Ledo, entre los mas importantes, enderezaron baterías por razones personales y no de patria contra el mounstro gubernamental, y lo resquebrajaron. Abrieron la alcoba de los aposentos presidenciales y del poder en México a los medios de comunicación. El resultado fue que las controversias se empezaron a litigar en la tele, en el radio. Las estaciones de radio se convirtieron en Contralorías, Juzgados y en general, foros de lucha en donde por regla general se ven combatir de un lado al "malo", el gobierno y al "bueno", cualquier otro...
En este contexto, la lucha se extendió a los tribunales supremos de la nación para darles a los resentidos mucha sangre para espectáculo. Y los medios de control constitucional mutaron en armas convencionales de los nuevos estilos de batalla. En realidad, no se si el Derecho y sus instituciones una vez más, o varias veces más se han convertido en cómplices mudos de las iniquidades e intereses facciosos o partidistas. Tal vez la historia lo dirá, tal vez no, o tal vez a nadie le importa. Sin embargo, ya sirvieron para recreo de los desolados.
A
continuación narraré desde mi óptica los casos más
representativos:
a)
Los Medios de Control Constitucional en lo General.
b)
Procedencia del Amparo contra Leyes.
c)
Controversia Constitucional promovida por Roberto Madrazo Pintado vs. Procuraduría
General de la República.
d)
El Caso Aguas Blancas.